Realidad y ficción, difuminando los límites
Miguel Ángel Escobar La realidad es aquello que, cuando uno deja de creer en ello, no desaparece. Philip K. Dick 2019, año en el que está ambientada la obra maestra de Katsuhiro Otomo, Akira , un manga posteriormente adaptado a la pantalla grande, donde desde la ciencia ficción se retrata el acontecer de Neo-Tokyo, una ciudad no tan alejada de la realidad de la ciudad nipona en el presente, así como de otras grandes megalópolis a lo largo del mundo; con rascacielos gigantescos que ostentan el poderío tecnológico mientras sus innumerables luces combaten la oscuridad de la noche, no obstante, a la par de esa grandeza tecnológica se encuentra otra ciudad, otro mundo, que sin salir de las fronteras es completamente distinto. En este otro mundo, habitado por el caos, la desolación, controlado por las pandillas de motociclistas y la precariedad, es donde se encuentran los protagonistas, sobreviviendo al margen del “progreso”. Akira es una historia entrañable porque no hay héroes ni vil