Nuevo Orden, ¿una ficción necesaria?

Miguel Ángel Escobar

 

 

 

Mucha polémica ha causado la última película del director mexicano Michel Franco a partir de su tráiler promocional, pues levantó más de una ceja con las escenas que se mostraban en dicha publicidad. Mucho se ha hablado de una visión racista/clasista poniendo a los personajes racializados como salvajes y peligrosos. No considero descabelladas estas ideas, pues causaron la misma impresión en mí, pero siempre tomando en cuenta que única y exclusivamente se refieren al tráiler, más no a la película como tal. 

Así que a pesar de mi inquietud por lo que se mostró al anunciarse, decidí esperar hasta ver la película y así tener un juicio más amplio al respecto, ya que en los últimos años la industria ha sabido usar la polémica a su favor para mediatizar películas. Tal es el caso de la publicidad de Cuties de la directora francesa Maïmouna Doucouré, donde Netflix lanzó un póster muy problemático (y con razón) al poner en portada a un grupo de niñas sexualizadas, pero que, al ver la película, nos damos cuenta que la intención de la directora era precisamente denunciar esta sexualización. Aún sigue en debate si lo hizo o no de la mejor manera, pero menciono este caso para demostrar que la publicidad controversial, sigue siendo publicidad y que se puede lograr un gran alcance haciendo uso de esto. 

Sin embargo, cada una de las entrevistas que le hacían a Franco sobre su película parecía mostrar que el tráiler no se trataba precisamente de publicidad engañosa, pues hablaba de una suerte de racismo a la inversa al acusar de racistas a los usuarios de redes sociales que lo llamaron whitexican, y aunque posteriormente pidió disculpas por estas declaraciones argumentando que desconocía el término y a qué se refiere, lo cierto es que lo dijo sin tapujos, porque es algo que por supuesto piensa (¿o pensaba?).

 


Nuevo Orden (2020)

 

Y aun cuando habrá quien opine que dichas declaraciones pueden pasar a segundo plano porque lo que importa es la obra en sí misma, considero que la división no puede ser así de tajante porque sin duda alguna el guion salió de la cabeza del hombre y no por generación espontánea. En ese sentido me parece importante porque la obra, en este caso una película, es producto de las ideas y concepción del mundo del hombre que la trabajó, desde el guion hasta la dirección, así que por lo tanto las declaraciones de Franco en torno a su película son parte medular para considerar en un análisis. 

Dejando claro lo anterior, para entrar en materia me gustaría empezar por la historia. La idea no me parece mala en sí misma, pues intenta retratar una gama amplia de personajes, desde los dueños de la casa donde inicia la película, hasta sus empleados y exempleados, que son precisamente quienes desatan el conflicto moral de los protagonistas. Hasta cierto punto se hace una crítica a la deshumanización de las clases privilegiadas, al menospreciar los males de los subalternos que acuden a ellos por ayuda económica para pagar un hospital para atender la enfermedad de una de su ex empleadas, con la confianza de haber trabajado con ellos por años. Es ahí que sólo una de las protagonistas, que estaba celebrando su boda, decide brindarles su ayuda, poniendo en tensión las decisiones y acciones del resto. 

Marianne, el personaje interpretado por Naían González rompe de un momento a otro con la dinámica familiar para ayudar a las personas que trabajaron con ella, pero para poder disponer de su propio dinero tiene que pedir el permiso de su padre y de su esposo. Una rotunda crítica al sistema dominante sobre las mujeres, incluso de la clase acomodada. No obstante, todo esto se ve nublado por una falta de consistencia en el hilo conductor, pues súbitamente se detona la problemática que hace que la historia siga avanzando; entran unos personajes a irrumpir en la celebración y a causar destrozos de manera caótica y violenta. Nunca se explica la razón de las manifestaciones que se retratan, de las motivaciones que los hacen entrar a la boda y por supuesto tampoco se explica cómo y por qué tanto los irruptores y los empleados de la casa forman un complot para contra sus patrones y así poder robarles. En ese punto se difumina por completo la noción primigenia sobre una manifestación y sin previo aviso se convierte en un plan orquestado por los empleados, los pobres. 

 


Nuevo Orden (2020)

 

Pero incluso la idea de que haya sido un plan muy bien trabajado por sus mismos trabajadores, pierde un poco de inconsistencia porque las calles están inundadas de gente que practica el robo y la violencia en todas las formas posibles, pero sin razones aparentes, pues la película nunca muestra siquiera una razón que lo justifique. Posteriormente, de la misma manera, parece dar inicio a un estado de sitio militar que impide la circulación libre por las calles, asimismo un toque de queda de forma dictatorial. 

El ritmo de la película se vuelve sumamente lento, puesto que a la mitad de esta, apenas se ha establecido la premisa, misma que está retratada en el tráiler, es decir, la primera parte de la película es el tráiler extendido y no se aportan grandes datos a la trama, pues, como digo, no se explica el porqué de las manifestaciones o robos o complots, ni por qué de un momento a otro los militares tomaron completo control de las calles. 

La segunda mitad es un poco más ágil, sin embargo, pienso que tampoco tiene grandes aportes para la historia, pues, aunque me parece muy atinada la crítica a las fuerzas armadas y su sistemática violación a los derechos humanos, asimismo considero que se hace uso de la violencia por la violencia, sin mucho sentido. Paralelamente parece ser que es sustancial la idea de que los privilegios de los protagonistas facilitan el acceso a la justicia, porque precisamente gracias a sus contactos con los altos rangos del ejército es que se fusila a los soldados que los estaban extorsionando a ellos y a sus empleados, mientras que a estos últimos se les inculpa de los delitos de los que ellos también fueron víctimas, llegando a pagar con su vida. 

 

Nuevo Orden (2020)

 

Pero no todo es negativo, uno de los aspectos bien trabajados, fue la fotografía de Yves Cape, quien también se encargó de la fotografía de L’Humanité de Bruno Dumont y Sage femme de Martin Provost, por mencionar sólo un par de ejemplos.  Su fotografía de cierta manera hace más amena la lentitud de la historia, los planos y las exposiciones son muy atinadas, sin embargo, no es suficiente para sustituir la carencia narrativa.

En general me parece una película floja, pienso que el trabajo de Franco de dejarla a libre interpretación y cada espectador encuentre algo, es excesivo, porque, aunque la intención es buena, y siempre se agradece una historia democrática donde se invite a participar al espectador para terminar de armar el rompecabezas, en este caso ni siquiera hay solidez que lo permita. Me da la impresión de que el esfuerzo que hizo por tratar de no “ideologizar” su película es precisamente la que le resta solidez, porque, así como puede ser una cosa, fácilmente puede ser otra. Y esto se ve reflejado en sus entrevistas posteriores al estreno, donde habla de cómo se debería de ver su película, en ese sentido pienso que, si un creador debe explicar su obra en un medio masivo, quizá es que la obra en sí misma no es lo suficientemente funcional como para hablar por sí misma. 

En conclusión, la ambigüedad de la historia y el desarrollo de la trama es el escudo de esta película a los argumentos que denuncian racismo y clasismo, porque al no existir un trasfondo, se puede contrargumentar que no hay sustento para dichas afirmaciones. Y es que es cierto, no hay nada explícito, y es precisamente esta ambigüedad la que le juega en contra, la falta de posicionamiento para mantenerse “neutral” lejos de ser algo que aporte, parece más bien restarle, pues, aunque la idea de Franco es de que su cine no es para educar sino para contar historias, lo cierto es que para contar historias sean de la postura que sean, siempre se necesitan motivos que expliquen las acciones. 


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