Super Bowl para Zombis comunistas no heterosexuales


 

Güero Karl

 

Hoy, a eso de las dos de la tarde mi banco me bloqueó mi tarjeta  de débito -porque no me aprueban la de crédito- al intentar hacer un pago para una obra de teatro. Estuve varias veces intentando pagar pero no pude, hasta que poom, un mensaje me advertía que mi banco estaba cuidándome de un posible fraude. ¡Vaya, no fuera que salgan mal sus cuentas, porque ahí sí nadie sabe, pero usted, pague! 

 

    Intenté hablar por teléfono pero nunca contestaron, no fuera yo debiendo porque le llaman hasta a mi madre. 

 

    Tuve que avisar a Michelle,  qué era lo que ocurría porque fue ella  quien me convenció de asistir a la obra en la que participaría, y la verdad asumí la responsabilidad de verla porque bueno, el ser artista es difícil, y en plena pandemia, más. Y no se diga si hablamos de género y juventud, y porque la quiero. 

 

    Resumen de la situación, me roló una cortesía y a las 6pm empezó la obra. 

   

 

    No puedo decir nada menos que espectacular, “Zombis Comunistas” resultó ser una obra compleja, atrevida, cómica, y maravillosa. 

 

    Les cuento, primero que nada se ambienta en un seminario académico, con zombis académicos, de izquierda, con perspectiva de género, no binarios, y con una narrativa romántica y otras posturas radicales, expuestas desde la academia. 


    Para empezar, es la primera clase de zoom que logra cautivar por completo, y que pone en entredicho la capacidad que tenemos para atender todas las ventanas de quienes participan. Es decir que, en realidad, nos enfocamos en una persona, no en todas las ventanas al mismo tiempo. Sin embargo… son zombis en un seminario, es obligatorio prestar atención. 

 

    Sí, sacrifiqué el primer tiempo del Super Bowl para ver una obra de teatro de zombis comunistas de academia. Ya saben, todo por el arte, o la amistad, como vean.

 

    La obra entra dando golpes ‘puros y duros’ acerca de las narrativas que utiliza Estados Unidos a través de Hollywood y la romantización del ser Hombre-blanco-heterosexual-romántico-rico, mismas que terminan siendo replicadas por los actores políticos en cuestión. Ya sea la izquierda o la derecha, zombis o humanos.

           

     Voy a recuperar un par de frases mencionadas por el mismo Brad Pitt (sí, Brad Pitt grabó un video para la obra, vale la pena): 

 

    ‘Los enemigos de América, son los enemigos del mundo’. ‘América es entretenimiento puro y duro’. ‘Se acabaron las narrativas blancas heterosexuales, se acabó América’.

 

    Me atrevo a exponer las frases dichas durante la obra porque LA MISMA SUCEDÍA DURANTE el primer tiempo del Super Bowl; ese mismo evento estadounidense que paraliza a muchos países del mundo. 

 

    Sin embargo, ¿por qué un partido de futbol, donde en realidad sólo tres hombres tocan el balón por jugada, paraliza el mundo? Porque la idea de varón heterosexual está en juego todo el tiempo, y ver hombres fuertes golpeándose es la única manera de demostrar que somos hombres (aunque no seamos quienes se están golpeando en el campo propiamente). 

 

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    Podemos lanzarnos a interpretar que es un deporte de estrategia, de fortaleza, y que además hay mucho dinero en juego, y claro, si más de 100 millones de personas observan a hombres grandes golpearse por recibir un balón que es tocado por tres jugadores por jugada, eso quiere decir que desde una óptica empresarial se puede traducir a más de 100 millones de potenciales compradores que se absortan en un partido de futbol (poco van a cuestionar si las alitas que les promocionan son sanas, porque lo importante será apoyar a su equipo). 

 

    Tan sólo el año pasado según Bloomberg “un anuncio en el medio tiempo del espectáculo fue de US$5.6 millones por tan solo 30 segundos”. 

 

    Lo más asombroso es que según la información recabada,  después de ver el medio tiempo -claro mi vida son los memes-, en mi navegación por internet, quienes participan en el show de medio tiempo no reciben un salario. Es como si fueran becarios, les pagan con experiencia. Sí, se traduce en más reproducciones de sus canciones, suben los costos de sus conciertos, y todo a costillas del bolsillo del consumidor absorto en los hombres grandes y rudos que se golpean en el campo, así es, a los que aspira ser, o tener. 

 

    ¿Pero quién paga todo? Pues la Liga Nacional de Fútbol. Si algo he aprendido de hacer análisis culturales (sí, tema que se tocó en Zombis Comunistas) es que hay que sospechar en grande, y pensar de manera situada. 

 

    Yo sé que después de que te diga este súper dato me vas a decir que tú ya lo sabías (sí, sé que te avergüenza decir que no sabes algo), pues The Weekend, el artista invitado para el show de medio tiempo, PUSO DE SU BOLSA 7 millones de dólares para que pudiera ser útil su presentación de medio tiempo –la neta me quedó a deber mucho-. Y yo me cuestiono, qué clase de imbécil haría tal cosa. Pues claro, las y los puristas de la mano invisible del mercado del Sensei Richie me dirán que es la mejor apuesta porque es una inversión, y va a ganar más dinero… y bla bla bla. 

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    ¿Quiénes tienen acceso a ese tipo de negocios millonarios? A mí me desalojaron de mi casa por no poder pagar la renta porque no tenía trabajo, porque soy joven, porque no tengo experiencia, porque había una pandemia. O dios santo, cualquiera puede hacerse millonario si lo desea y se esfuerza. 

 

    Entonces lo que vemos con un Super Bowl, donde sólo aparecen traseros de hombres grandes (blancos y afros –súper incluyentes-) siendo empujados por otros hombres grandes, es la aspiración egoísta de otros hombres que carecen del acceso real y tangible a esos espacios de ser como ellos; de ser igual de grande, igual de rudo, igual de rico, igual a ellos. 

 

    Me quedo pensando en los carteles de los imbéciles egoístas que tuvieron el descaro de dar las gracias al personal de salud por su desempeño en la primera línea ahora durante la pandemia, en plenas gradas del campo de futbol, sí el partido iba porque iba, y que se muera quien deba morir, pero gracias personal médico. Elige tu idiota sin cubrebocas favorito.

 

La jornada

    No sé si sepas, persona estadounidense (diría promedio, pero el promedio tiene hambre), tu país es el más azotado por la pandemia del Covid-19, no tendrías razón de hacer un juego donde hombres grandes chocan peleando por atrapar un balón que es tocado por tres personas por jugada, claro si no importara más el dinero que la vida de las personas.

 

    Está muriendo la gente de a pie; la gente que escupe el sistema porque es disidente sexual, porque vive con una condición médica, porque es pobre, porque es minoría étnica o racial (racializada), porque es mujer, porque es joven, porque tiene una discapacidad, porque es de la tercera edad; porque no entra en los estándares del rancio 'American Dream'. 

 

    Pero claro, el mercado no puede parar. La ideología se debe sostener. Alguien debe seguir ganando dinero, y seguramente no vas a ser tú, mi queride disidente. 

 

    Me encantó la obra porque sí, somos zombis comunistas que se nos olvida que todo el tiempo nos está golpeando el sistema. Nos estigmatiza por querer vivir con dignidad, porque para eso usan los eufemismos “ponte la camiseta”, “en esta empresa somos familia”, “hay hora de entrada pero no de salida”, “afuera hay mucha gente esperando tu puesto”. 

 


    Y ni qué decir, el hambre nos obliga a vendernos, a ser víctimas de un sistema que no le interesa si vives o mueres, sino que produzcas riqueza, pero no para tu familia, no para tu disfrute, sino para el gozo y apelmace de los que nos imponen los salarios bajos, la falta de oportunidades, la falta de seguridad de salud, alimenticia, y un largo etcétera de derechos humanos que parece que nos regalan por servirles sin chistar. 

 

    Zombis Comunistas es de esas obras que te rompe la cara con bofetadas de realidad. Esos productos culturales que sirven para que te cuestiones tu aquí y ahora, pero también tu propia concepción de lucha, de aspiración y construcción. 

 

    Es una obra que debería ser expuesta en un intermedio del Super Bowl, porque para cambiar lo que nos rodea, hay que explotarlo todo, hay que dejar de lado nuestra falsa humanidad, nuestra falsa democracia y empezar  a pensar en masa. 

 


    La masa que todo el tiempo los gobiernos empresariales anti derechos ha criminalizado; la masa que no se pone de acuerdo, pero cuando siente el hambre y la incertidumbre, rompe, degolla y grita. 

 

    En fin, una obra que te pone a pensar, y que quizá por eso no se le dé el impulso que se merece, porque nos quieren con coyunda y silla; porque así es más fácil aspirar a ser un hombre grande que se golpea en televisión internacional contra otros hombres grandes, para que sólo tres de ellos sean quienes toquen el balón por cada jugada, a ser un zombi que aspire a un bienestar común lejos del egoísmo que nos ha sembrado la gente que sólo ve en nuestros rostros signos de dinero. 

 

    Así que, la única forma de tenerlo todo es si pensamos en masa, si miramos al de a lado como compañere y no como competencia; si dejamos de asumir que es nuestra culpa el que los gobernantes sean unos rateros corruptos; si empezamos a  asumir que las empresas van  a generar ganancias con nuestras vidas, y para ello deben tener los menores costos, poniendo de frente tu muerte. 

 

    Lo que nos toca es golpear la realidad con arte, con propuestas, con lucha, con organización. Nos toca meter las manos, no toca ser zombis. Ya basta de ese hartazgo político y de tibiezas antiposturas. 

 

    Construyamos el Dignity Dream for All, y dejemos de comprar ideología basura de egoísmo, traición y competencia. 

 

Desde el equipo de La molocha Mx agradecemos a @por.notrafico (síganles en Instagram y en Facebook. Son tremendxs. Gracias por la invitación.


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