El activismo por los derechos de la niñez y adolescencia, ¡tremendo lío!

Faviola Capetillo Hernández


La movilización social, es un mecanismo de expresión comunitario, mediante el cual se plantea una causa o mensaje reivindicativo, social o de protesta. Recordar algunos ejemplos en México y en el mundo, me lleva al, feminismo, al movimiento LGBTTIQ+, a las juventudes del 68 o el de las y los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. 

 


Estos movimientos, ponen en el centro la pregunta, ¿qué pasa cuándo los mecanismos de protección a los derechos fallan? De acuerdo con, Catalina Botero, decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes; “la protesta social es una puesta en público de un agravio que busca llamar la atención de una autoridad (o de una entidad privada en algunos casos) para presionarla a solucionar un problema que no ha podido ser solucionado a través de medios institucionales. La protesta social es un derecho esencial para expresarle al poder un determinado punto de vista que está siendo excluido de una deliberación”. 

 

La protesta social, es un derecho, fundamental, puesto que, permite exigir y lograr que se hagan realidad todos los demás derechos, pero ¿qué sucede cuándo hablamos de la niñez y adolescencia?, ¿tienen el derecho a la protesta?, definitivamente, es un rotundo, sí. Pero, aquí, se presenta otra interrogante, ¿quién y cómo está representando esas voces de exigencia? 

 

En párrafos anteriores compartía, estos grandes ejemplos de movilización social, las cuales cuentan con un camino de incidencia política y social importante, tienen símbolos que les identifican, canciones a modo de protesta, pañoletas, y, por supuesto, el empoderamiento y participación de estos grupos de población que han sido invisibilizadxs de la historia y en la toma de decisiones. Luego entonces, ¿quién y cómo se debería representar el movimiento de la niñez? 

 


Hace unos días comencé a leer el libro “Niñez en movimiento: del adultocentrismo a la emancipación” de Gabriela Paula Magistris, el cual pone en la mesa, que,” lxs niñxs son sujetxs políticxs, y que es necesario incluirlxs en la lucha por una nueva sociedad, porque sin lxs pibxs no hay revolución”. 

A pesar, que la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, señala como un principio y un derecho la participación de niñas, niños y adolescentes, así como el derecho a ser tomadxs en cuenta, el marco constitucional, considera “ciudadanía” quienes sean mayores de 18 años. 

 

Lo anterior tiene un impacto en la toma de decisiones y la manera en que se construyen acuerdos políticos, económicos y sociales, porque se están construyendo sin la participación de la niñez y adolescencia. Los espacios vinculantes de participación “ciudadana” poco responden a tomar en cuenta a niñas, niños y adolescentes, como, los procesos de presupuesto participativo, las recientes consultas ciudadanas y los procesos electorales, que, si bien este último puede ser discutible, el no poder votar, tiene implicaciones en las agendas y prioridades de lxs candidatxs. 

La participación y escucha de las opiniones y propuestas de la niñez y adolescencia en todos los ámbitos es revolución, y, ¿por qué no? aspirar a un modelo político, social y económico diferente. 

 

Desde hace tiempo, feministas han puesto en la mira, la existencia del patriarcado, el machismo y la misoginia en la construcción del sistema político, económico y social. Y quiero agregar uno más, el adultocentrismo. Porque, la niñez y adolescencia han sido invisibles en la historia, en las leyes y en los discursos, pero también, en el círculo más cercano, en lo familiar y educativo. 

Los lamentables números rojos de la situación de la niñez y adolescencia en nuestro país, indignan, 52.6% de niñas, niños y adolescentes se encuentran en pobreza (CONEVAL, 2023), hasta el 2021, México ocupaba el primer lugar mundial en pornografía infantil (OCDE, 2021) y el segundo lugar entre los países de América Latina y el Caribe en mayores porcentajes de trabajo infantil (CEPAL, 2021) y durante el año 2022 no hubo ningún mes sin registrarse carpetas de investigación por feminicidio contra niñas y adolescentes. 

 


Lxs adultxs, organizaciones, tomadores de decisión, debemos empezar a cuestionarnos, ¿qué espacios de verdadera participación y escucha están teniendo las niñas, niños y adolescentes? 

 

Como adultxs, nos toca empoderar a niñas, niños y adolescentes, para que nos digan lo que no queremos o nos duele saber, además, que compartan y organicen sus maneras de exigencia, activismo e incidencia. Esto es definitivamente romper con el sistema adultocéntrico, hacernos a un lado y brindarles herramientas, para ellxs, quienes viven todos los días bajo un sistema que les ha discriminado y vulnerado sus derechos, tomen los espacios para ser escuchadxs. 

 

“Las niñas y los niños debemos ser escuchados siempre.” Niño, 11 años, Chihuahua. 

Frase rescatada del Informe, Nuestra Voz en la Pandemia; el regreso a clases presenciales y la violencia contra niñas, niños y adolescentes de World Vision México. 

 

Nota al pie: Dejemos de utilizar el término “infancia” cuando nos referimos a niñas, niños y adolescentes. El significado etimológico de la palabra “infancia”, viene del latín infans, que quiere decir, “el que no habla/incapaz de hablar”. 










Dibujos de niñas, niños y adolescentes rescatados del Informe Nuestra Voz en la Pandemia; el regreso a clases presenciales y la violencia contra niñas, niños y adolescentes de World Vision México




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